Infertilidad masculina: Pruebas diagnósticas

En una situación normal, tras un año manteniendo relaciones sexuales de manera regular con la pareja sin usar métodos anticonceptivos, se considera que se tendría que conseguir el deseado embarazo. De no ser así, se cree que existe algún problema de fertilidad en la pareja, por lo que se recomienda acudir a un especialista y analizar la situación para evaluar la problemática existente y, una vez detectado el problema, buscar la mejor solución posible para cada caso.

Llegados a este punto, la pareja tiene que estar unida y ambos tienen que sentirse arropados por su pareja. Es muy importante que ambos miembros estén igual de implicados en el proceso, ya que los porcentajes de afectación en hombres y mujeres son muy iguales, e incluso en un 30% de los casos los dos padecen algún problema. Esta paridad de afectación aporta mayor importancia a las pruebas diagnósticas, ya que las causas pueden ser muy diversas y una correcta detección de problema facilitará realizar un buen diagnóstico y, así, poder encontrar el tratamiento más idóneo para conseguir el embarazo.

En los casos en los que el problema provenga de un factor masculino normalmente se debe a un problema de calidad o cantidad de los espermatozoides, afectación que puede aparecer por diversas causas, algunas de ellas genéticas y otras relacionadas con los hábitos del día a día.

Un chequeo anual con el médico puede ayudar a prevenir los problemas de fertilidad, ya que una detección precoz de cualquier anomalía puede dar la oportunidad de minimizar sus consecuencias.

¿Cómo se puede detectar una infertilidad masculina?

Cuando una pareja mantiene relaciones sexuales sin ningún tipo de prevención durante un período de tiempo mínimo de un año y la mujer no consigue quedarse embarazada se considera que existe un problema de fertilidad. Aunque no siempre es así, esta es la primera señal que puede indicar a una pareja que, para conseguir ser padres, tendrán que recurrir a ayuda médica.

Estadísticamente hablando, el origen del problema está muy repartido. Se calcula que en un 35% la causa tiene su origen en el hombre, otro 35% lo focaliza en la mujer y el 30% restante se considera que los problemas provienen de ambos miembros de la pareja. Con estos porcentajes tan igualados es muy importante identificar bien el problema para poder buscar soluciones. Un mal diagnóstico puede provocar un período de sufrimiento innecesario para la pareja en el inicio de un proceso que, en ocasiones, no es sencillo de asimilar.

En la mayoría de casos en los que el hombre tiene problemas de fertilidad, la causa se focaliza en la menor calidad o cantidad de espermatozoides que se encuentran en el eyaculado. Esta causa solo se puede detectar en un laboratorio, por lo que la manera más eficiente y segura de detectar una infertilidad masculina es visitar a un especialista.

En CIRH tenemos a un equipo médico especializado para poder realizar un diagnóstico muy acurado de las causas que pueden provocar infertilidad en el hombre para, así, poder dictaminar cuál es el mejor camino para poder conseguir el embarazo. No dudes en ponerte en contacto con nosotros, a través del formulario de consulta o pidiendo una primera visita gratis.

¿Qué causa la infertilidad masculina?

La infertilidad masculina puede tener una causa natural, en la que el hombre no puede hacer nada para evitarlo, como puede ser una cuestión genética, y otras en las que si tiene más influencia, como pueden ser ciertos hábitos de nuestro día a día que pueden alterar la capacidad fértil.

Una de las causas que puede provocar dificultades para conseguir el embarazo por un factor masculino es una baja producción de espermatozoides o una baja calidad de los mismos, ya sea por baja movilidad o alteraciones morfológicas. Otro problema relacionado con los espermatozoides puede aparecer en la capacidad para expulsar espermatozoides en el eyaculado. Una obstrucción del conducto o la ausencia del mismo puede provocar que, a pesar de una buena calidad de espermatozoides, no puedan fecundar el óvulo.

Los problemas de salud también pueden ser un importante condicionante en la capacidad fértil del hombre. Enfermedades como la diabetes, la insuficiencia renal o hepática, el varicocele, problemas de tiroides o trastornos cardiovasculares pueden tener una influencia negativa en la capacidad reproductiva. Ciertos tratamientos médicos también pueden ser perjudiciales, como someterse a una quimioterapia, o algunos medicamentos, así como los desequilibrios hormonales que afectan a la producción de testosterona o de las hormonas gonadotropinas. En el caso de la quimioterapia, una opción para minimizar los efectos secundarios del tratamiento es optar por la previa congelación de semen.

Entre las enfermedades hereditarias o alteraciones genéticas que pueden afectar encontramos el síndrome de Klinefelter, la fibrosis quística, el síndrome de Kallmann y el síndrome de Kartagener. Tampoco hay que olvidarse de la fragmentación del ADN, un problema que se puede detectar y que podría ser la explicación de problemas como fallos de implantación o embarazos que acaban en abortos.

Pero como hemos comentado antes, también hay diversos factores que pueden minimizarse mejorando el estilo de vida o minimizando impactos ambientales. Las radiaciones o exposición a compuestos químicos de origen industrial, el consumo de drogas, alcohol y tabaco o incluso de cafeína pueden ser perjudiciales. El estrés tampoco es bueno para la producción de esperma, incluso puedo afectar también a la movilidad de los espermatozoides, además de dificultar las relaciones sexuales habituales.

¿Qué pruebas diagnósticas hay para poder evaluar la fertilidad masculina?

Para poder detectar cualquiera de estos problemas o alteraciones que dificultan la consecución del embarazo se pueden realizar diferentes pruebas médicas. Se puede empezar con una simple historia clínica, en la que se pueden obtener datos interesantes del paciente, como los antecedentes médicos, el consumo de tabaco, alcohol, drogas o ciertos medicamentos, o la exposición a radiación o materiales tóxicos.

Después de estas primeras exploraciones rutinarias, una de las más habituales y de las primeras a tener en cuenta es un seminograma, con el que se puede obtener una gran cantidad de información muy útil para la evaluación de cada caso por parte del equipo médico. En caso de necesitar más información de la conseguida con esta prueba, por ejemplo, en casos de ausencia de espermatozoides en el eyaculado, el estudio del semen se complementa con una biopsia testicular.

La exploración genital, centrando la atención en el pene, testículos epidídimos y los cordones espermáticos, también permite descartar fácilmente cualquier problema fácil de detectar. Una de las causas que hemos señalado antes, el varicocele, se puede contrastar con una ecografía escrotal.

La presencia de microorganismos puede determinar si existe una infección o no. Con un espermocultivo se puede esclarecer esta variante, pero es una prueba que únicamente se realiza en el caso que en el resultado del seminograma aparezcan más de un millón de leucocitos/ml.

La última prueba diagnóstica a destacar es el estudio genético de semen, muy útil en los casos en los que el problema provenga de la presencia de anomalías genéticas y cromosómicas. Este estudio se realiza a través de la técnica FISH (Hibridación Fluorescente In Situ), una técnica que permite detectar y localizar secuencias específicas de ADN en espermatozoides. Esta técnica consiste en marcar cada cromosoma con un fluorocromo distinto para visualizar los dos cromosomas de cada par a través de microscopía óptica y analizarlos de manera automatizada.

Hay muchos factores que pueden desencadenar en un caso de infertilidad masculina. Desde factores genéticos o enfermedades hereditarias a problemas de salud o cuestiones de rutinas como costumbres del día a día de cada uno.

Enfermedades como la diabetes, la insuficiencia renal o hepática, el varicocele, problemas de tiroides o trastornos cardiovasculares pueden afectar a la capacidad reproductiva. Algunos medicamentos y tratamientos médicos tienen como posibles efectos secundarios afectación a la fertilidad, como lo quimioterapia, o desequilibrios hormonales relacionados con la producción de testosterona o de las hormonas gonadotropinas.

Estos son aspectos que prácticamente imposible de controlar por la persona afectada, pero hay otros factores perjudiciales sobre los que sí que se puede minimizar la posible afectación. Son aspectos que forman parte del día a día del hombre y que, a veces sin saberlo, perjudican su capacidad reproductiva. La exposición a ciertos factores del entorno, el consumo de substancias como el alcohol, el tabaco, drogas, o hasta la cafeína, o ritmos de vida estresantes también pueden influir.

Todos estos aspectos pueden provocar problemas en la calidad o cantidad de espermatozoides que genera el hombre, lo que dificulta claramente la consecución de un embarazo. Para detectar estos problemas existen varias pruebas que permiten al equipo médico realizar un diagnóstico y determinar cuál puede ser el tratamiento más apropiado para cada caso.

En esta ocasión hemos destacado algunas de las pruebas que pueden ayudar a detectar la raíz del problema y, posteriormente, encarar con el máximo acierto el tratamiento a seguir. Las que hemos comentado son un seminograma, una biopsia testicular, la exploración genital o la ecografía escrotal, un espermiocultivo o un estudio genético. No obstante, hay otras posibles pruebas que pueden ir determinadas por otros resultados. El equipo médico siempre informará de cualquier novedad en el proceso del tratamiento y explicará cualquier prueba que considere necesaria realizar.

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